viernes, 26 de febrero de 2010

(Un paréntesis)

Antonieta es una niña no muy común y corriente, carece de dos de sus cinco sentidos, lo que la ha llevado a ser un “bicho raro” para muchos, sin embargo y a pesar de la tristeza que le causa ser rechazada Antonieta trata de buscarle un por qué a su vida y una razón de ser al resto de la sociedad.

Antonieta tiene tres grandes obsesiones en la vida: los libros, el chocolate y Francia, estos tres aspectos la han llevado a conocer personas que poco a poco las ha ido introduciendo en su camino.

Antonieta además de tener una gran admiración por su madre es el ser que ella más ama, incluso sueña con llegar a ser como ella, pero todo se complica cuando Antonieta descubre el pasado oscuro de su madre y se da cuenta que es su madre una falsa realidad, que todo el mundo en el que ella y su madre viven es una farsa y que gracias a las imprudencias que su madre cometió cuando joven ella es “un bicho raro”, así que Antonia decide alejarse de ese mundo dejando en su made una gran tristeza sin saber el paradero de su hija.

Finalmente Clementina, la madre de Antonia logra encontrar a su hija, gracias a la gran amistad que hubo entre ellas, supo donde buscarla, y así logró por medio de las palabras más tiernas que tiene una madre explicarle todo a Antonia y hacerle entender que por mas errores que había cometido joven daba todos los días gracias a Dios por la hija que le había regalado. 

viernes, 19 de febrero de 2010

Implante!

Antonieta había decido que por tercera ves iba a ver lo que había entre el colchón y las tablas, lo pensó cuatro veces pero a la quinta tenía seis razones pare verlo de nuevo, se acordó de esa noche que tantas veces había intentado olvidar y no podía, se acordó que el sabor de su primer beso había sabido a lo que saben las trufas en Francia, se acordó de siete cubatas, ocho sones y un bar, se acordó que esa noche había sentido en el estomago lo que nunca había sentido con las manos, hizo caso omiso a la consciencia y se dejó llevar por el corazón, aún sabiendo que siempre que hacía eso de sus ojos brotaban nueves lagrimas, diez veces se había intentado meter en la cabeza que ella no era nadie para el, que once mujeres valían más la pena que una. 

viernes, 12 de febrero de 2010

Una tarde como las demás

-Antonieta dejà de lamer las cosas

-No puedo

-Hacé el intento

-No puedo

.Por eso es que no te quieren

-¿Por qué? ¿por lamer cosas?

-Si

-A mi no me quieren porque no me entienden, por eso es que vos sos el único que me quiere

-¿Y a vos quien te dijo que yo te quería?

-Yo sé

-Pues no sabes mucho

-Se lo suficiente como para saber que me queres

-¿Y tus papás?

-No están, salieron

-No eso no, ¿tus papás no te quieren entonces?

-Vos sabes que a parte de ellos el único que me entiende sos vos

-A veces quisiera no entenderte

-Vení mira lo que dibuje ¿te gusta?

-Antonieta esos dibujos los entendés solo vos

-Vení proba el rojo, mirá  lo que se siente

-Ya te he dicho que no, a mi no me des a probar nada

-Pero probalo es que no sabes como se siente, es delicioso

-Que delicioso va a ser un lapicero rojo con escarcha

-¿Así mismo sentís vos la escarcha?

-No, la escarcha es vidrio, y si te la seguís frotando así en la mano a ver si sentís te vas a cortar.

-Pero es que en la boca se siente diferente

-Debes sentir lo mismo que yo con la mano

-¿Y como hago yo para saber?

-Con todo el amor que te tengo te digo que no podés

-Si ves que me queres

-Quisiera no quererte

-Vení dame tu mano te voy a decir donde estuviste hoy

-¿por qué te gustan tano mis manos?

-Porque es lo único que puedo sentir de vos

-¿Queres sentir más?

-Dámela te digo que cosas tocaste hoy. Sabe a tu cama

-Pero si nunca has dormido en ella

-Sabe a sandia. Sabías que la sandía es una de las frutas que más pegada se queda de las manos cuando la consumís?

-No, no sabía

-Pues ya sabes

-Bueno no me lamás más la mano, más bien décime si vos me querés

-Claro que te quiero

-¿Cuanto?

-Vos siempre queres saber todo de mi

-Pero es que esto me implica a mi también

-Me dio hambre, ¿vamos a cocinar?

-Con vos siempre es lo mismo, vamos pues pa la cocina.  

martes, 9 de febrero de 2010

El universo de Antonieta



Las calles de Antonieta son las calles de Cali, las prefiere cuando están frías y llueve, pero como en Cali casi nunca pasa eso, ha aprendido a caminar bajo el sol.
Cuando Antonieta se levanta el ventanal que se encuentra a un escritorio de distancia de su cama le indica como será el día, a veces Antonieta prefiere no cerrar las cortinas para que el humor del día la levante. La pared que tiene atrás de la cama es de color mandarina que combina perfecto con el escritorio, la mesita de noche y la repisa de madera, en la repisa que más bien parecen tres, porque son de esas repisas modernas que vienen en distintas divisiones, tiene en la primera parte dos velas blancas y una naranja, en la segunda su colección de libros favoritos entre los que se encuentran Rayuela, La broma y El túnel, y en la tercera una cofre de madera con aspecto antiguo donde siempre hay chocolates, el dulce preferido de Antonieta. Esta caja la había conseguido en un mercado de pulgas en el barrio San Antonio, un día que tentada por las santas palabras de los cuenteros se dirigió a la loma de San Antonio, y después de sentarse en el prado debajo del gran árbol a escuchar la historia de un jardinero sordomudo que había sido contratado en un convento y que terminó siendo el amante de todas las monjitas, Antonieta se percató que todavía podía devolverse a su casa caminando porque aun no daban las seis de la tarde y además porque sentía que ese día el viento quería que ella caminara con él, hallando en el camino un pequeño mercado de pulgas en el garaje de una casa, en el que se detuvo cuando vio el cofre de madera con una A tallada, la dueña de la casa y por ende del cofre cuando vio que a Antonieta se le iluminaron los ojos al ver el cofre le dijo –Aquí guardaba mi abuela las cartas y los poemas que le daba don Jacinto, luego mi mamá guardó su anillo de casada desde el día que murió mi papá, y yo no tengo nada para guardar, pero tampoco quiero que se lo lleva cualquiera, quiero dárselo a alguien que lo pueda apreciar y que guarde algo parecido a lo que el cofre ya está acostumbrado para que no sienta mucho el cambio de dueño- y se rió con el final de la frase. Antonieta lo tomó en sus manos y lo lamió, pasó la lengua por la A tallada y luego por las cuatro esquinas, la dueña del lugar se quedó mirándola asombrada pero no asustada, Antonieta al ver que la señora de unos cuarenta años no reaccionó como el resto de la gente le explicó su carencia de sus dos sentidos pero además le dijo que ese era un cofre que guardaba muchos recuerdos y que ella en el iba a guardar algo delicioso, de esta forma la dueña le vendió el cofre a la pelirroja sin sentidos. Tres cuadras después Antonieta estaba en el parque El peñón y tenía frente a ella su restaurante favorito La Tartine, una hermosa vieja casona blanca, que pretendía aludir un restaurante Frances, adentro era de color azul y tenía obras de arte de pintores caleños, era su restaurante favorito porque además de ser de Francia, el lugar más mágico de los que conocía, vendían el mejor fondue de chocolate y el mejor Coq au vin, pollo en salsa de vino tinto, tocineta, cebolla y zanahoria

viernes, 5 de febrero de 2010

Así es Antonieta



A pesar del despampánate contraste entre sus cabellos naranjas rojizos, sus ojos miel, su perfecta nariz, labios carmesí y saludable figura Antonieta era una infeliz estudiante de antropología, y digo infeliz porque a pesar de tener 21 años e ir en octavo semestre de antropología no había logrado entender porque la despreciaban tanto, ella sabía que no era muy normal que cada que le presentaran a alguien ella en lugar de decir su nombre tomara la mano de la otra persona y la lamiera, pero ¿qué culpa tenía ella? Si era la única forma que tenía de sentir. Sí hubiera podido pedir un deseo en toda su vida seguro hubiera pedido poder oler y poder sentir, para así evitar tantos desprecios.



Antonieta al contrario de muchos que padecen alguna enfermedad, era alegre y extrovertida aunque también hay que resaltar que era muy insegura, pues le costaba creer que solo en su casa la amaran tal y como era.



A Antonieta la despreciaban no por carecer de dos de sus sentidos, la despreciaban porque tenía la manía de lamer todo. Desde que tenía uso de razón y se percato que su piel, sus manos y su nariz no sentían nada, descubrió que la lengua le ayudaría a descubrir los olores y el tacto que no sentía, descubrió que tomando chocolate se haría una idea de lo que olería, que lamiendo una mano captaría la esencia de una persona, por eso Antonieta tenía una manía, o más bien un instinto de lamer todo lo que ella consideraba podía ser la esencia de algo, no era raro en ella que al escuchar un “que rico hueles” lamiera el cuello de la persona que lleva puesto el perfume, porque ella no quería dejar de sentir ese olor. Antonieta se había pasado por la lengua todo cuanto sus manos habían cogido, y era esto precisamente lo que a la gente estorbaba tanto, ya que no era raro que Antonieta en una clase lamiera lápices, libros, instrumentos, fotocopias, la mesa donde escribía y hasta incluso la silla donde se iba a sentar. Antonieta no quería dejar de sentir su mundo, así fuera a su forma tan incomprendida.



A Antonieta le encantaba refugiarse en “te doy una canción” “sueño con serpientes” y “quién fuera” eran sus canciones preferidas las escuchaba casi todos los días y juraba nunca cansarse de escucharlas, la llevaban a otro mundo, a una realidad casi tan tangible que se le intentaba erizar la piel pensando que ella fuera la razón de ser de las canciones, imaginando ser la musa inspiradora de Silvio, o bueno, cuando no estaba de tan buen humor se conformaba con ser musa inspiradora de cualquiera, lo único que ella quería ser en medio de canciones era inspirar a un hombre para que le compusiera una canción.