sábado, 24 de abril de 2010

Capítulos

1 capítulo: El universo de Antonieta. Lugar donde vive. Algunos aspectos de su personalidad. Descripción de su cuarto haciendo énfasis en el cofre de madera (historia del cofre). Se menciona por primera vez que Antonieta lame objetos. Se nombran los dos lugares favoritos de Antonieta: Francia y el restaurante La Tartine.

2 Capítulo: Antonieta lee por tercera vez una nota que le ha dado el hombre del que está enamorada y se convences una vez más que ella no es suficiente para él.

3 Capítulo: Diálogo entre Antonieta y su hombre querido, donde ella evade el tema del amor.

4 Capítulo: Descripción de Antonieta. Quién es, Qué hace. Carece de dos sentidos. Es despreciada. Todo lo lame.

5 Capítulo: Palabras (especie de monologo) del hombre amado por Antonieta, la describe desde su punto de vista.

6 Capítulo: Antonieta descubre cartas de su padre para ella, las lee, entra en crisis, se dirige a su restaurante preferido a comer chocolate, camina por las calles del barrio entra a un café tiene un encuentro cercano con un desconocido. Toma la decisión de buscar a su padre.

Capítulo 7: Antonieta se va para Argentina, conoce a Gabriel, le cuenta su historia.

Capítulo 8: Antonieta se encuentra con su padre, discuten, se perdonan. Antonieta decide pasar los últimos días de su padre con el.

Capítulo 9: Antonieta vuelve a Cali.

domingo, 18 de abril de 2010

En un café, en San Antonio

Lo que más le gustaba a Antonieta del cine eran los papeles de las mujeres que por su atractivo eran tan seguras de sí mismas que eran coquetas y atrevidas. Antonieta imaginaba tener la seguridad de las mujeres de la pantalla. Recreaba en su cabeza situaciones donde ella era una mujer lanzada y atrevida.
Esa tarde en el café de San Antonio, Antonieta sin pensar en el cine fue protagonista de la que sería su película favorita.

Antonieta estaba confundida pero decidida. Confundida porque no sabía por donde comenzaría su travesía, pero decidida porque había tomado la decisión de encontrar al hombre que hasta hoy había sido su padre. Antes de enfrentar a su madre quería lamer chocolate. Caminó por las calles del Peñón y comenzó a subir a San Antonio. Entró en un café, al que nunca había entrado. Pidió un soufflé de chocolate con salsa de caramelo. Se sentó en una mesa adentro del café y mientras su lengua lamía el postre las lágrimas caían de sus ojos. Sus pensamientos no la dejaban saborear del todo el chocolate. Un hombre barbado y algo misterioso se acerca a ella. La mira extrañado, cuando Antonieta advierte la presencia del hombre frente a ella se da cuenta que el extraño barbado, que por alguna razón le ha parecido atractivo, tenía chocolate untado en la mejilla. Se para de la silla. Camina hacía el hombre, en cuestión de cuatro pasos ya está frente a él. Con sus dos manos toma la cara del hombre, la voltea hacia la derecha y lame la mejilla izquierda.

-¿No me vas a decir nada? ¿No te parece extraño que te haya lamido así?

-¿Has pedido algo o todavía nada?

-Si, un postre que sabe a lo mismo que vos

-¿Hay algún problema con el postre o simplemente prefieres probar otros sabores a parte del que tienes en el plato, prefieres uno que esté en mi y no en un plato?

-Tu mejilla sabe a chocolate pero vos no sabes a nada.

-Tres y van cero, solo que las personas anteriores se han basado en lo que han podido conocerme, ¿tú?

-En tu sabor. ¿Te parece poco? puedo conocer a las personas por los sabores. Igual, creo que no hay mucho que conocer en vos. No sabes a nada.

-Sí mi piel supiera a lo que he podido saborear en mi interior últimamente hubieras escupido.

-¿Sabés amargo? ¡Peor! Pero hay algo de vos que me atrae. ¿Será esa amargura?

-¿Será de mí o del postre que te he servido que hace poco no podías dejar de lamer junto con tus lagrimas? Quizá esa amargura que dices que tengo puede ser una amargura compartida, una amargura dentro de ti que tienes que suplir con el opuesto-Pero entonces no serías tan opuesto claro que tampoco un complemento

-Bueno, la verdad me acerqué porque pensé que pasaba algo con el postre o contigo, pero encuentro que sin conocerme, pasa algo conmigo y contigo

-¿Crees que un postre hace llorar a alguien? de pronto a vos que andas con la amargura alborotada. Pero a mí que me ha tocado vivir con ella, dura tiene que ser la situación que me las saque

¿Te puedo dar un beso?

-Evades mis intentos de saber qué pasa. Ya se que mi postre no fue el que te hizo llorar. Me lames sin permiso y ahora ¿pides un beso?

-¿Por qué me lo negás?

-No te lo he negado. Si ya hiciste algo sin permiso, ¿por que pedirlo ahora?

-Es que para lamer no tengo que pedir permiso, se trata de carencias

-Sí pides un beso es porque careces de este.

-¡¡¡No entendés nada!!! Y si carezco de besos es porque así lo prefiero

-Si careces de besos, no los pidas, tómalos¿Cómo te llamas?

-Antonieta y si no querés que te siga lamiendo no me des la mano

-Pero si en la mano no tengo chocolate. ¿Y si no tengo sabor?, quizá el amargo ¿Para que me vas a lamer?

-Porque ya es costumbre

¿Tu costumbre es lamer y pedir besos?

-Lamer... ¿pedir besos? No, no tanto... es mas creo que nunca había pedido uno

-Mucho gusto Ezequiel, te doy la mano, corro con el riesgo o el placer

-Conmigo corres con las dos

-Los placeres los defino yo y me gustan, con los riesgos....

-Es mejor correrlos. Dejame saber a lo que sabe tu cuerpo

-¿Crees que saborearme pueda ser así de fácil?

-Si. ¿Vas a negar la atracción que hay entre los dos?

-Vivo arriba. ¿Quieres subir a ver sí sigues con la idea de saborearme?

-La idea ha estado desde que te lamí. ¿Por donde subimos?

sábado, 10 de abril de 2010

Encuentro en la Estación Retiro

Antonieta había llegado hasta la estación Retiro en Buenos Aires, gracias a una pareja de chilenos que la habían recogido en una carretera. Cuando se bajó del carro y después de dar las gracias Antonieta sintió el cansancio de los tres meses que llevaba viajando, agotada decidió entrar a la estación para comer algo. Compró un sándwich “roast-beef” y una coca-cola en un puesto de comidas rápidas. Miró donde podía sentarse a comérselo y solo halló una silla medio vacía, se sentó junto al hombre de unos cuarenta y pico de años, que parecía no haber advertido la presencia de Antonieta junto a él, pues miraba con mucha atención el movimiento de la estación que estaba repleta. Antonieta intrigada sobre lo que él otro miraba, decidió ver lo mismo que miraba el viejo, pero cuando le miraba los ojos, para ver hacía que lado estaban, las pupilas del viejo se movían y ponían la mirada en un lugar diferente, parecía como si buscara a alguien, pues no dejaba la mirada quieta en ningún punto, Antonieta sintió pesar del hombre y le dijo

-¿A quién busca? ¿Puedo ayudarlo? Cuatro ojos ven más que dos.

-Historias

-¿Así se llama la señora?

El viejo se hecho a reír a carcajadas y respondió

-Hace mucho no me hacían reír así. Ya se me estaba olvidando la ingenuidad de los jóvenes

Antonieta sintió rabia al sentir que el viejo se burlaba de ella y le respondió

-Pues yo no soy de acá y puede que por estos lados alguien se llame así

El viejo se quedó pensando, ya no miraba para el frente, miraba hacía el piso y dijo

-Si yo hubiera tenido una hija le hubiera puesto así. ¿De donde eres?

-De Colombia, de Cali

-¿Y qué te trae hasta Buenos Aires?

-Una historia

-¿Tuya?

-Toda

-¿Y por donde va?

-En el nudo

-¿Ya lo estas terminando de desatar?

-Apenas está comenzando

-Niña estas en la peor parte

-No todavía no he llegado a ella

-¿Cómo sabes que va a ser la peor parte?

-Porque la estoy buscando

Antonieta miró al viejo que había dejado de mirar el espacio de la estación para mirarla a ella, el viejo extendió la mano

-Mucho gusto soy Gabriel

Antonieta se quedó mirando la mano, la tomó y dijo

-Mucho gusto soy Antonieta

Luego lamió la mano de Gabriel y antes de que Gabriel pudiera decir algo o hacer algún gesto, Antonieta le preguntó

-¿Es usted pescador?

-Pero si me he lavado bien las manos

-Sí, las manos las tiene muy limpias, pero no dejan de saber a lo que es usted

-¿Por qué me has lamido?

-Perdón yo se que es incomodo, pero no puedo dejar de hacerlo

-Es extraño, pero todo tiene un porque

-Esta razón carece de dos sentidos

-¿Cuáles?

-El tacto y el olfato

Gabriel no sabía que responder, no había entendido lo que le había dicho Antonieta. Antonieta ante el silencio de Gabriel dijo

-Yo no tengo esos dos sentidos, no siento, no huelo

-¿Y todavía estas buscando el nudo de tu historia?

-Uno se acostumbra a vivir así, ¿Cómo voy a saber lo que es sentir o lo que es oler si nunca lo tuve?

-¿Qué más te falta en la vida?

-Creía que no tenía padre, pero hace tres meses me di cuenta que lo tengo y que vive acá

-Eso es lo que estas buscando

-Ese es el nudo de mi historia

-¿Y cómo es el inicio?

-¿Tiene tiempo? Yo con un café y una buena posición en esta silla puedo contarle la historia de mi vida.

-Todo el que quieras tomarte.